La Didáctica como Mecanismo en sus Posibilidades de Intervención en la Calidad

Por: Mireya Isabel Martínez De La Luz
La buena didáctica es aquella que deja que el pensamiento del otro no se interrumpa y que le permite, sin notarlo, ir tomando buena dirección. (Enrique Tierno Galván)
La concentración en la búsqueda de calidad es aquella prioridad de cada una de las instituciones escolares del siglo XXI, por ello, se zurcen distintos elementos y diversos matices que la configuran, intencionando así el fortalecimiento de una gestión autónoma que responda a las necesidades contextuales.
Enfatizando entonces, que uno de los procesos en la relación pedagógica, es la enseñanza, éste debe de contar con mecanismos pertinentes que permitan la eficacia, la eficiencia de su existencia y de su impacto en el alcance de los objetivos, así como de las metas propuestas.
En el desarrollo de este constructo, se pretende enfatizar a la Didáctica como aquel elemento pedagógico clave que permitirá ser un mecanismo para fortalecer desde la planeación misma, la implementación, el seguimiento, la evaluación y la rendición de cuentas en el proceso de la calidad educativa.
Pero, ¿cómo es posible interrelacionar la Didáctica con la calidad? La respuesta a esta cuestión será la principal tarea de este texto en su desarrollo. Primeramente, es importante recordar que la Didáctica como un proceso que acompaña principalmente a la enseñanza, es una herramienta que hace posible que cualquier contenido sea asequible a un sujeto educativo; algunos autores a la Didáctica la denominan arte, en su intencionalidad de implicar habilidades de creación o recreación a partir de distintos estilos.
Con aportes de Piaget, Vigotsky y Ausubel, entre otros, la Didáctica ha ido evolucionando hacia una ciencia, desarrollando la responsabilidad de pensar la enseñanza desde los elementos constitutivos de su propio proceso y brindando apoyo teórico al docente en los procesos de enseñanza-aprendizaje o aprendizaje y enseñanza. Métodos, técnicas, tecnología, teorías que constituyen una ciencia aplicada a la formación integral para la aprehensión de la cultura y el desarrollo individual y social del ser humano (Fernández, 1999: 12,13).
El directivo y el docente del siglo XXI en un estilo de competencias debe intervenir con saberes, habilidades, destrezas y actitudes pertinentes para resolver cualquier situación problemática dentro de su realidad funcional. Es aquí donde la didáctica, además de ser esa herramienta sugerente, es la respuesta a la optimización de las habilidades con las cuales se intencionará una enseñanza distinta.
En definitiva, si se quiere evitar que las competencias del profesorado sean meras formulaciones retóricas sin efectos reales en la mejora de la enseñanza, es preciso articularlas sobre las tareas docentes y, más concretamente, sobre sus aspectos mensurables. De manera que, para la consecución de buenos resultados, un profesor debería contar con un conjunto de cualidades y de competencias centrado, al menos, en los siguientes elementos: cultura general, conocimiento de su materia y conocimiento pedagógico y metodológico de los procesos de enseñanza y aprendizaje (SGT, 2015: 8).
El saber compartir el conocimiento o cualquier constructo teórico, prioriza el saber hacer, además, el saber incentivar actitudes que permitan empatizar la situación y la realidad de cada sujeto educativo con una verdadera necesidad de aprendizaje.
Este saber llega a los sujetos educativos desde distintas fuentes, por ejemplo, cursos, talleres, plataformas digitales; el conocer debe compartirse de una forma innovadora; el tener como herramienta a la didáctica desde de un esquema propositivo, lo que incentivará además a la planeación, la implementación y el mismo proceso evaluativo; sólo de esta forma podrán alcanzarse con mayor pertinencia las respuestas a cada una de las necesidades particulares, y al mismo tiempo, retantes de cada centro educativo.
Uno de los elementos primarios de la Didáctica es el reconocimiento de la necesidad de seguir aprendiendo, con apertura, con tolerancia hacia la diversidad y la continuidad de una formación integral como profesional. El sentirse parte del contexto, asumir compromisos compartidos, facilitaran esta actitud.
La observación es uno de los procesos que deben incentivarse constantemente. Cada uno de los actores educativos a pesar de convivir en un solo contexto, pueden tener distintas percepciones sobre una sólo necesidad, es importante que mediante la observación se lleguen a puntos centrales que procuren asistir esa necesidad, independientemente de valerse de los diversos elementos como los que se seguirán mencionando a continuación.
La investigación a profundidad de aquellos saberes que pertinentemente darán una orientación hacia las necesidades contextuales, el respaldo teórico de toda postura brindará un abanico de posibilidades que descubrirán un acercamiento a esa realidad insistente de respuestas factibles, viables y confiables. El docente puede apostar por algunas de las habilidades de investigación como el análisis a profundidad de los saberes, de los objetivos y metas establecidas. El análisis de los contenidos teóricos, permitirán identificar, además la importancia de una formación continua, la cual será compartida en pares o en colectivo. La teoría desencadenará respuestas que, científicamente visualizarán mayor objetividad a la actuación de los actores educativos.
La Didáctica como herramienta para incentivar un aprendizaje eficiente abrirá posibilidades de planeación, intervención y evaluación en las prácticas deseosas de mejora. Es poco usual pensar a la Didáctica o a la evaluación como procesos aislados, ajenos a compartir tanto conocimientos como experiencias. Para dar cierre a este constructo, es importante recordar que, si a todos estos elementos se le agregan factores que desencadenen motivación, harán un proceso con sazón. El desarrollo de las competencias, contribuye a un pragmatismo en el desarrollo de conocimientos, habilidades, actitudes y valores, idealización en cualquier país en su compromiso con la educación. Cada proyecto educativo equivale a un conjunto de experiencias que pretende la mejora continua. Para esto, la comunicación con base en los diálogos promueve la suma de experiencias de distintas realidades. Lo más retante es no sólo soñarlo, sino hacerlo realidad, mediante un ejercicio reflexivo desbordante, que permita comprenderla.